El tiempo es un recurso muy diferente de los que estamos acostumbrados a manejar. Es imprescindible para cualquier acto humano, no hace distinciones entre las personas, el día tiene 24 horas para todos.
Por desgracia no es almacenable, ni elástico y es insustituible.
El tiempo es inexorable, fluye en un solo sentido. Es gratuito pero muy valioso, tanto que nos empeñamos en poseerlo.

Pero, ¿POR QUÉ sentimos que gestionamos MAL EL TIEMPO?
Si analizáramos las causas veríamos que, además de agentes externos que pueden “robarnos” el tiempo como llamadas, interrupciones y ese tipo de situaciones, en la mayoría de los casos la sensación de no saber gestionar bien el tiempo se debe a causas internas de la persona:
- No sabemos organizarnos
- Estamos acostumbrados a reaccionar sin pensar. Las situaciones nos sorprenden y no acabamos de decidir qué queremos hacer con nuestra vida
- No tenemos claras nuestras prioridades. Qué es lo que debemos o no sacrificar o posponer para conseguir nuestras metas.
- Solemos demorar las decisiones importantes por miedo a equivocarnos, lo cual va muy unido a nuestro exagerado perfeccionismo e inseguridad. Creemos que tomar una mala decisión nos llevará al desastre más absoluto y lo dejamos pasar hasta que se convierte en un asunto urgente y entonces caemos en el caso contrario, nos precipitamos.
- Y por último, somos poco asertivos con personas y situaciones a las que deberíamos decir no.
Por ello sería interesante que incorporásemos a nuestra vida buenos hábitos que nos facilitaran, no solo cumplir nuestros objetivos, si no también, y más importante, ser más felices, con el convencimiento que estamos viviendo la vida que queremos vivir.
Veamos cómo crear esos buenos hábitos.
1. Ejercitar nuestra capacidad de decisión
La acción es lo que determina la calidad y la cantidad de resultados en la vida de cualquier persona. Pero, ¿qué es lo que precede a cualquier acción? ¿Qué determina cómo nos comportamos y en definitiva cual es nuestro destino último en la vida? La respuesta es el poder de la decisión.
Todos tenemos este increíble poder y son nuestras decisiones las que en última instancia forjan nuestro destino. Toda decisión, aunque al principio parezca insignificante, si es positiva puede aportar mejoras espectaculares a tu vida.
Cuando uno toma una decisión de verdad se compromete a algo y corta el camino hacia cualquier otra posibilidad que no sea la que ha decidido convertir en realidad.
Comienza a ejercitar tu capacidad de decisión. Toma decisiones a menudo. Toma hoy algunas decisiones que hayas estado posponiendo durante algún tiempo y comienza a experimentar tu verdadero poder. Si lo haces habrás iniciado el trabajo para desarrollar el músculo emocional más poderoso que tenemos los seres humanos, la capacidad de cambiar nuestro destino en base a tomar mejores decisiones sobre cómo manejar nuestra vida.
La acción es lo que determina la calidad y la cantidad de resultados en la vida de cualquier persona. Pero, ¿qué es lo que precede a cualquier acción? ¿Qué determina cómo nos comportamos y en definitiva cual es nuestro destino último en la vida? La respuesta es el poder de la decisión.
2. Técnica de “un día detrás de otro”
Para alcanzar cualquier objetivo que realmente merezca la pena has de estar dispuesto a poner un alto nivel de compromiso, has de tener un deseo tan ardiente de lograr ese objetivo que te provea de la energía necesaria para persistir a pesar de la tentación de volver al antiguo patrón de comportamiento más cómodo.
Para lograrlo hay una técnica que suele dar muy buenos resultados: la técnica de “un día detrás de otro”.
Imagina que quieres comenzar a hacer ejercicio cada mañana a primera hora. Imaginarte levantándote pronto todos los días de tu vida puede ser abrumador y desmotivante. Pero si simplemente decides enfocarte en hacerlo por un día, se transformará en algo muy sencillo. Todo el mundo puede levantarse pronto un día para hacer algo de ejercicio.
3. La programación semanal: claves
Clave I – Antes de comenzar una semana dedica 30 minutos a programarla
Elige 30 minutos del fin de semana en los que puedas estar relajado y enfocado a programar la semana siguiente.
Dedica esos minutos a reflexionar sobre lo conseguido la semana anterior y fíjate metas para la siguiente semana.
Clave II – Diferencia claramente lo importante de lo urgente.
La programación ha de estar siempre basada en actividades que son importantes y que no hemos dejado que lleguen a ser urgentes.
Clave III La programación ha de ser “realista”.
Esto quiere decir que debemos evitar programar en exceso para comprobar, a veces, al final de la jornada, que gran parte de las tareas programadas han quedado sin hacer lo cual desemboca en sentimientos de frustración.
Clave IV – La programación eficaz siempre está basada en una lista de tareas ordenada por prioridades.
Clave V – Es fundamental mantener una visión con perspectiva.
No se trata de ver únicamente el día a día sino el objetivo perseguido.
Clave VI – Hazte cada día dos preguntas clave.
¿Cuál es la tarea más importante que puedo hacer hoy que suponga el mayor impacto positivo en mi vida profesional? ¿Y en mi vida personal?
Clave VII – Dedica todos los días 10 minutos a programar.
Determina el orden y la importancia de cada acontecimiento en tu vida
Clave VIII– Utiliza la regla del setenta – treinta.
De nuestro tiempo productivo de la jornada hemos de programar aproximadamente un 70%. Dejaremos sobre un 20% de nuestro tiempo sin programar para poder hacer frente a imprevistos, interrupciones y actividades que no programamos. Y por último, haremos una reserva absoluta de un 10% de nuestro tiempo para poder abordar aquellas tareas de vital importancia y que requieren toda nuestra concentración y energía.
Clave IX – Piensa en resultados y no en tareas.
Demasiadas personas se enfocan únicamente en que sus agendas estén repletas y en mantenerse activas. Gran error, tiene más importancia determinar el destino correcto que la velocidad con la que avanzamos. Enfócate en los resultados y cíñete a las tareas realmente importantes.
Clave X – Cuando reserves un tiempo para completar una tarea respeta al máximo esa cita contigo mismo.
No caigas en la trampa de tener miedo a decir “no” a los demás; asigna siempre la prioridad que merecen tus “citas contigo mismo”.
Y, poco a poco, casi sin darte cuenta, comenzarás a implantar un nuevo hábito. Recuerda siempre que los hábitos se crean por la suma de acciones repetidas diariamente a lo largo de un determinado periodo de tiempo.
En definitiva, toma el control de tu vida, que no te manejen las circunstancias. Puede que no controles alguno de los acontecimientos de tu vida pero lo que siempre controlarás es cómo reaccionas ante esos acontecimientos.
Inmaculada Badenes Luz, Orientadora Profesional en la Universidad Politécnica de Valencia.